lunes, 18 de julio de 2011

Caso Habiba: el pecho que desató una revuelta

«No fue la economía, estúpidos: algo tan esencial como la leche materna ha cohesionado un movimiento social fuerte y operativo.»

Publicado en Periódico Diagonal

La retirada a Habiba de la tutela de su hija por darle el pecho en un centro de acogida deja en evidencia a las instituciones y desvela nuevas formas de hacer política.

Raúl F. Millares
Jueves 7 de julio de 2011.  Número 153  Número 154

Foto: David Fernández
A Habiba le quitaron a su hija, Alma, el día 30 de mayo y se la devolvieron el 22 de junio. El relato de aquella separación conmocionó a miles de personas durante esas tres semanas. La narración triste habla de funcionarios llenos de poder y vacíos de formación, de burocracias lentas y espesas y de viejas normas agujereadas por la realidad.

El final feliz cuenta la historia de unas madres que enseñaron ciencia a un gobierno, la de una tecnología que ya nadie nunca podría parar, y la de unas tetas que armaron una pequeña revolución.

Antes de la revuelta, la joven Habiba vivía al este de Madrid, en un Centro de Apoyo a la Familia, como los llama la Comunidad. Había recalado allí después de que su ex pareja fuese condenada por violencia machista y ella se quedase sin recursos y con un bebé en brazos. A Habiba no le gustaban los empleados del centro y a los empleados no les gustaba Habiba. Ella era temperamental, respondona y le daba teta a su hija cada vez que lo pedía; ellos, simplemente, no sabían que Habiba tenía razón.

En la mañana del 30 de junio, mientras Alma estaba en la guardería del centro, Habiba fue llamada a un despacho. Le comunicaron que el Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) acababa de quitarle la tutela de su hija y que, como ya no tenía hija, aquel centro para madres no era su lugar. A la calle. Sin despedirse de su bebé.

Más tarde, otras madres del mismo centro contarían que aquella tortura psicológica en forma de amenaza era frecuente: si no haces lo que decimos, te quitamos a tu bebé. Los informes que habían servido al IMMF para deshacerse de Habiba, sin ningún peritaje ni respaldo pediátrico o psiquiátrico, son un cúmulo de anécdotas que parecen esbozar la caricatura de una madre pésima que a veces le pone a su hija calcetines desparejados o una joven inestable que a veces se ha peleado con compañeras.

No parece tan grave como para quitarle la tutela de un bebé a su madre. Los técnicos aderezaron el expediente con un dato que les parecía irritante. No satisfacía los requisitos del programa de habilidades y aptitudes maternales que el centro imponía. En concreto, seguía dando el pecho a su hija en lugar de destetarla como exigían las normas. Habiba le daba el pecho a Alma cuando ésta se lo pedía y se negaba a tomar la medicación que el centro proporcionaba para cortar la lactancia.

Recomendaciones cumplidas

Acaso sin saberlo, Habiba estaba cumpliendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Academia Americana de Pediatría o la Asociación Española de Pediatría: lactancia exclusiva como mínimo hasta los seis meses y lactancia a demanda hasta los dos años o más. Pero la imagen de una mujer dando el pecho a su bebé en los pasillos del centro “de apoyo a la familia” escandalizó a sus cuidadores y Alma ya no pudo mamar más.

La Fundación Raíces acogió a Habiba y difundió el caso. El IMMF no sabía a quién se enfrentaba. Habiba no estaba sola, miles de madres dan el pecho a sus hijos y muchas de ellas tienen que librar una carrera de obstáculos para lograrlo. Estas madres (y padres) forman un comando silencioso de ‘lactivistas’ listo para saltar en defensa de la teta ante cualquier ataque.

En apenas 48 horas, miles de personas se organizaban en la red para defender a Habiba. Y esta vez Facebook no sirvió sólo para acallar conciencias haciendo clic en “me gusta”. Desde ofertas de trabajo y alojamiento, hasta comunicados de psiquiatras y pediatras escandalizados, pasando por llamamientos a tetadas de protesta en plena Gran Vía madrileña o avalanchas de cartas a cualquier institución que pudiese mediar en favor de Alma y Habiba.

Aquella reacción de solidaridad masiva, en medio de una sociedad que acababa de indignarse, reveló el poder insospechado y natural de la empatía. No fue la economía, estúpidos: algo tan esencial como la leche materna ha cohesionado un movimiento social fuerte y operativo.

Al final, el IMMF reculó. Tras la intervención de la fiscalía madrileña y la Defensora del Pueblo, que pidieron la reunificación inmediata, la institución dijo haber notado de sopetón un cambio de actitud en Habiba: madre e hija se reencontraron. En aquellas tres semanas, pudieron verse apenas tres horas en tres días separados y siempre bajo la mirada de hasta cinco personas, guardia de seguridad incluido.

El último día Alma quiso mamar y, de nuevo, se lo prohibieron: cuando su olfato infalible la guiaba hacia el pezón de su madre alguien rompió el silencio para decir “¡No!”. Su lactancia se ha resentido, aunque tratan de recuperarla. Cientos de personas se unen ahora a una nueva organización: All Loving Mothers Association (ALMA). La Liga de la Leche se ha ofrecido a la Comunidad de Madrid para impartir formación sobre lactancia materna al personal de sus “centros de apoyo a las familias”.

EL INFORME PEDIÁTRICO QUE DEJÓ EN EVIDENCIA AL INSTITUTO DEL MENOR

Cuando la Defensora del Pueblo empezó a recibir el aluvión de cartas sobre el caso de Habiba, se puso en contacto con el IMMF, que le ofreció su versión de los hechos. La Defensora aceptó aquel retrato de una Habiba desequilibrada, pero aun así instó a que madre e hija pasasen el mayor tiempo posible juntas y creyó demostrado que su relación era feliz.

La defensa de Habiba contraatacó y movilizó a un panel de expertos de la Asociación Española de Pediatría que revisaron el expediente que justificó la retirada tachando la lactancia de Alma como “caótica”.

El informe de los pediatras fue demoledor. Cada argumento del IMMF contra Habiba resultó ser un acierto pediátrico: “Los argumentos esgrimidos en el informe al que hemos tenido acceso no sólo no justifican que la relación maternal de Habiba con su hija pueda ser perjudicial para Alma, sino que demuestran que Alma estaba perfectamente alimentada, cuidada y querida. La decisión de separar a Alma de Habiba es dañina para ambas. Para Alma, porque se la somete a un estrés excesivo, el estrés de la separación, para la que todavía no está preparada, y se le priva del mejor alimento y de los mejores cuidados que puede recibir, cortando bruscamente una relación de apego seguro con su madre. El estrés tiene consecuencias físicas (mayor riesgo de infecciones, pérdida de peso...) y psicológicas. Cuanto más dure la separación, mayor será el daño inflingido a Alma. Se debería revocar dicha decisión cuanto antes para minimizar los daños causados. Rectificar es de sabios”.

lunes, 4 de julio de 2011

Habiba es la leche

Por Pedro Simón

Publicado en el suplemento YO DONA, de El Mundo, el domingo 3 de julio de 2011.



Dejó de sonar aquel maullido de bebé con hambre de gato. Ya no le sonreía la pepona con sus dos dientes de luna. Se mudaron de bañera las cosquillas. Desde que a la marroquí Habiba le quitaron la tutela de su niña de un año, la maltratada se quedó como un muñeco de cera. Le tocabas el hombro y nada. Del destete institucional a quemarropa hace ahora un mes. Es lo que tiene ser pobre.

A la madre la recogió la Fundación Raíces cuando se abrazaba los pechos como si le hubieran disparado de lleno. Y allá que fueron, primero al hospital con una mastitis que sangraba leche. Luego a los juzgados con una denuncia inédita. Porque la retirada de la patria potestad respondía a una ecuación terrible: argumentaba la Administración que carecía "de recursos", dicen que se negaba a someterse a un "programa de habilidades maternas" que implicaba dejar de darle el pecho a la niña.

No hemos visto aún que el Estado le quite la tutela a una de esas que le pagan un implante mamario a una adolescente. No hemos visto tampoco que a un maltratador se le retire la paternidad legal del crío que ha visto volar cuchillos. No hemos visto que se dude de los padres que le compran un deportivo a un imberbe. Ni de los que los dejan encerrados en torres de oro.

A diferencia de lo que pasa en Europa, en España se puede quitar la tutela de un hijo sin orden judicial. En esto, generalmente, el sistema prefiere carne de pobre: no se interviene para frenar la pauperización, se deja macerar al paria en hijos y cartones y, cuando la cosa ya no puede ir a peor, llega un tipo al rescate "por el supremo interés del menor" y se te lleva al niño en un saco.

Al final esta historia acabó bien porque hubo foros y 20.000 firmas de protesta. Y la madre le devolvieron el bebé con hambre de gato tres semanas después. De Habiba sólo conocemos una frase. La dijo cuando ya le habían arrancado la tutela y tuvo permiso para ver a su hija una hora. La cría quería mamar. Cuando la madre se descubrió el pecho, una educadora gritó "NO" como si le ofreciese LSD. La madre expoliada preguntaba en vano por su único tesoro. "¿Por qué no quieren que mi hija me quiera?".

martes, 28 de junio de 2011

REGALA TIEMPO A HABIBA Y ALMA PARA SANAR SUS HERIDAS

De Fundación Raíces

JUNTAS DE NUEVO

Como casi todos sabéis Habiba y Alma están de nuevo juntas, veintitrés días después de que el Instituto Madrileño del Menor y la Familia decidiera asumir la tutela de la pequeña de forma totalmente injustificada.

Madre e hija se abrazan todavía sin creer todo lo que les ha ocurrido e intentan olvidar la dureza de los días en que estuvieron separadas.

Gracias a la solidaridad de muchos de vosotros, Habiba consiguió trabajo y es su máximo interés conservarlo, pero de momento la separación ha sido tan dura para Alma que su madre no puede dejarla para irse a trabajar. La niña no consiente que nadie más la tome en brazos o la cuide; se desespera en cuanto pierde contacto con su madre... Necesita recobrar la confianza, mucho cariño y tiempo para intentar restablecer la lactancia sin horarios ni restricciones. (También han intentado ir juntas a trabajar, pero es demasiado duro para la pequeña, pues ahora demanda toda la atención de su madre.)

OTRA FORMA DE AYUDAR

Sois muchas las personas que al conocer la situación de Habiba y Alma nos estáis preguntando cómo colaborar con ellas. Desde el principio nos hemos negado a recibir cualquier ayuda económica y hemos querido apostar por que la ayuda llegase mediante ofertas de trabajo, pero las secuelas que esta separación ha dejado a esta mamá y su niña, no permiten que en la actualidad puedan separarse, siendo además cualquier separación lo único que, a día de hoy, está contraindicado para la recuperación de la unidad familiar.

Por este motivo, recogiendo vuestras propuestas, creemos que debemos ofrecer la oportunidad de hacer donaciones para que Habiba y Alma puedan estar juntas sin necesidad de que la madre trabaje; al menos durante algún tiempo. Con cualquier aportación, por pequeña que sea, les estaremos regalando la posibilidad de sanar las heridas que esta triste separación les ha ocasionado.

CÓMO REGALAR TIEMPO A HABIBA Y ALMA

Si deseas realizar alguna aportación económica para “Regalar tiempo a HABIBA Y ALMA para sanar sus heridas”, puedes hacerlo a través de una donación en la cuenta que Fundación Raíces destinará para hacerles llegar vuestra solidaridad. En breve habilitaremos también una opción de pago a través de PayPal.

Muchísimas gracias a todas y todos por vuestro apoyo, por vuestra solidaridad, por vuestras ideas, por vuestra implicación y por tejer entre todos una red de personas que hace más fuertes a los que están más vulnerables.

  • Titular: Fundación Raíces
  • Concepto: Tiempo para Habiba y Alma
  • Nº cuenta: 2096/0605/20/3010419804
  • C/Orense, 18. Madrid 28020.

Las aportaciones que se realicen son consideradas donaciones y por tanto son deducibles (25% en la Declaración de la Renta de las Personas Físicas / 35% del Impuesto de Sociedades). Para que te enviemos un justificante, mándanos copia de tu ingreso o transferencia, con tu nombre, dirección y DNI. Sin esta documentación, no podemos dar el justificante. Gracias por tu colaboración.

Fundación Raíces
Las Pedroñeras, 41
28043 Madrid
Tel.: 91 388 30 76
CIF.: G-81409757
Inscrita en el Registro de Fundaciones con el nº 28/1020
fundacionraices@telefonica.net

miércoles, 22 de junio de 2011

Habiba y Alma JUNTAS

JUNTAS, ABRAZADAS Y LIBRES.

El abrazo más anhelado...


La pequeña Alma se recupera apoyando su cabecita en el pecho de su madre sin separarse ni un instante, como si todo hubiera sido un mal sueño.

Habiba brilla como aún no la habíamos visto.

Os aseguramos que todo lo hecho sin duda ha merecido la pena.

Alma, Habiba y nosotros/as os estaremos eternamente agradecidos/as por vuestro apoyo.

***Anuncio de Fundación Raíces en el grupo de Facebook.

ALGUNAS ACLARACIONES

Por Ibone Olza, psiquiatra infantil y perinatal

Mi relación con Fundación Raíces es de cariño y profunda admiración por mi parte hacia la estupenda labor que hacen defendiendo derechos humanos de personas inmigrantes y especialmente de niños y chavales. Ocasionalmente me piden ayuda puntual como psiquiatra en algún caso. En este caso también me contactan por mi experiencia en lactancia.

A Habiba le quitan a su niña en la mañana del 30 de mayo. El 1 de junio llega a Fundación Raíces, acompañada de una amiga. Esa misma tarde me llaman de Fundación Raíces para pedirme ayuda y emito un primer informe. Ese mismo día 1, con mi informe y varios más, Habiba interpuso la denuncia en el juzgado.


El tema espinoso es que en España, a diferencia del resto de Europa, para retirar la tutela de un hijo a su madre no se precisa una orden judicial ni siquiera un informe médico. Es un proceso puramente administrativo, que a posteriori se puede recurrir ante la justicia. A Habiba le quitan su niña sin que haya un sólo informe médico en el expediente de retirada. En el expediente sólo hay informes de trabajadores y educadores sociales. Alegan que la madre es agresiva y "puede" tener "inestabilidad mental", sin que haya ningun informe psiquiátrico ni psicológico que lo afirme.

Mis sucesivos informes desmienten categóricamente que la madre sufra ninguna enfermedad mental. Alegan que no cuida bien a la niña (por como le alimenta o como duerme o como le viste) sin que haya un informe pediátrico ni nada de malos tratos, y lo argumentan con las afirmaciones que se han visto en el informe de los pediatras. Dicho informe se emite a petición de la defensa de Habiba. Es un peritaje del informe de retirada de la niña, valorando todo lo que en dicho informe se menciona sobre cómo cuida Habiba a su hija.

¡Viendo las pautas que le dan los educadores yo entiendo que Habiba se muestre hostil o irritable!

"Hace unos días conocí a Habiba..."

Reproducimos esta carta enviada por un lector a la sección de Cartas al director de diferentes periódicos:

«Hace unos días conocí a Habiba, la joven marroquí de 22 años que está moviendo Roma con Santiago para recuperar a Alma, su hijita de 15 meses, separada de ella desde hace ya 3 semanas por el Instituto Madrileño del Menor y la Familia.

No quiero entrar a hacer valoraciones de las razones esgrimidas por el citado instituto para separar a esa niña de su madre, razones que, por otro lado, han sido contraargumentadas por varios pediatras que aseguran que si Habiba se comportaba con su hija tal y como refiere el IMMF es porque estaba desempeñando su papel de madre tal y como es aconsejable y recomendado por diversos organismos nacionales e internacionales.

Sólo quiero hablar desde mi experiencia con Habiba y mi propio entendimiento como padre de una niña de 21 meses. Habiba lleva una semana viniendo a casa a cuidar de mi hija y a jugar con ella, y he podido comprobar con qué amor y ternura la contempla y habla. He visto qué intuición natural de madre tiene al jugar con ella. Esa intuición que, en muchas ocasiones, se ha perdido casi completamente en nuestra sociedad occidental. He sentido cómo le reconforta el estar cerca de mi hija ahora que le falta la suya. Es como si la sonrisa inocente y confiada de una niña, le sirviese de puente para rozar con sus dedos las mejillas de Alma y sentir en su propio corazón el latido lejano del de su hija.

No entiendo que un organismo público que se supone ha de proteger a los menores, y ante unos hechos a mi parecer bastante opinables y poco justificados, decida separar a esta niña de su madre porque entiende que es lo más beneficioso para la menor. Me asombro al ver cómo unas personas que parecen desconocer los mecanismos psicológicos y emocionales que se establecen entre una madre y su hija, tienen la potestad de separar a ambas argumentando un comportamiento mal entendido y exponiendo a ambas a situaciones y riesgos que pueden llegar a ser nefastos de por vida.

Una niña duerme cada noche lejos de su madre sin saber qué es lo que está ocurriendo con su vida, sin recibir los besos y abrazos que tanto le consuelan, sin tener cerca ese cuello que abrazar y esos pechos que calman su hambre, su sed y sus miedos.

Una madre llora cada noche, desconsolada, en la locura de un país extraño que no le deja entender qué inhumanas razones burocráticas permiten impunemente que le sea arrancada del pecho su hija. Sabe que cada minuto que pase lejos de su hija no lo podrá recuperar jamás. Sabe que cada minuto que pase su hija lejos de ella, producirá una secuela en el futuro imposible de remediar.

Y, mientras, una serie de funcionarios de diversos estamentos se dedican a rellenar formularios y pedirse informes unos a otros, con objeto de que todo sea muy legal y garante, aunque nada humano.

No es de extrañar que en tiempos como los que corren, surjan movimientos como el 15M, de indignados, cabreados, o concienciados con lo mal que lo está haciendo esta sociedad, que no estén dispuestos a tolerar que los políticos, funcionarios y organismos que se supone están ahí para protegernos y ayudarnos, sean prácticamente la mayor amenaza contra nuestra sociedad.

Mientras algunos aún tratan de aferrarse a sus sillones y despachos, otros ya han comenzado el proceso de transmutación. No tiene vuelta atrás. Un terremoto va a sacudir a nuestra sociedad; las estructuras viejas y caducas no van a soportarlo y desaparecerán porque ya no tendrán razón de ser. Saludo a todas aquellas personas que gritan a los cuatros vientos: ¡Habiba y Alma unidas YA!»

Alberto. Madrid

martes, 21 de junio de 2011

Opinión de una trabajadora social: "El sistema de protección de menores es profundamente injusto"

« Tener ideas propias sobre alimentación, sueño, vestido, aseo o cualquier otra circunstancia relativa a la crianza y educación de los niños no es motivo para realizar una retirada de tutela, aun cuando sean desconcertantes o poco usuales para los profesionales; siempre y cuando no sean causantes de un problema de salud física o mental real, no basado en prejuicios.»

Me llamo María Suárez, Trabajadora Social. Actualmente me encuentro en casa, ocupándome de la crianza de mi hijo de tres años desde su nacimiento. Escribo esta carta como profesional y madre.

Estoy profundamente preocupada por la situación de Habiba, y su bebé de 15 meses, actualmente separadas por una retirada de tutela desde el IMMF, la situación es tremendamente angustiosa e injusta para ambas.

Como madre, y como profesional me planteo: ¿qué ha fallado aquí? Desconozco el informe de propuesta de retirada de tutela, desconozco el trabajo social previo que se haya tratado de realizar en esta familia. Pero conozco un poco las instituciones. Y sinceramente, me asombra y no me extraña al mismo tiempo. Estamos asistiendo a un ejemplo más de la degradación de los sistemas de protección por intereses del mercado. Así tan fuerte como suena.

Si una madre y su hija se encuentran en un centro de acogida, podemos suponer que es porque carecen de recursos propios para vivir de forma independiente. Para eso están los sistemas de protección, para garantizar que ese riesgo social no acabe en desamparo. Y para ello supongo que estaría esta familia en un centro.

Estos centros suelen ser concertados, con organizaciones religiosas o no gubernamentales. Con sus propias características e ideologías, con sus limitaciones económicas y de personal, los recursos en lo social siempre son limitados. Además en estos centros la permanencia es solo por un tiempo. Durante la estancia allí se han de conseguir unos objetivos marcados en un programa de “integración” propuesto por un profesional, o varios, y consensuado con la familia. Supongo, como suele ser común, que estos objetivos pasan por mejorar sus condiciones de acceso al mercado de trabajo como vía de lograr una autonomía. Para ello se suele trabajar en restablecer redes sociales, formación, mejora del currículum, acceso a la legalidad en el caso de ser inmigrante, habilidades sociales, entre otras.

Allí la convivencia entre otras familias es estrecha y en ocasiones difícil, debido principalmente a dos motivos: uno, las diferencias culturales de cada cual que han de convivir codo con codo con otras realidades y formas de crianza; y el segundo motivo, porque generalmente, cuando llegas a un centro de acogida llevas una mochila personal muy cargada en lo emocional, y eso puede generar puntos de fricción y crisis tanto personales como interpersonales. También en estos centros funciona la ayuda mutua. Y también la dinámica perversa de grupos y alianzas.

Además estamos inmersos en esta sociedad. Y en este contexto de precariedad laboral y explotación llevar una la crianza respetuosa con los ritmos y necesidades de los niños sin contar con una red de apoyo, se vuelve un obstáculo cuando no es imposible para una madre sola, obstáculo al objetivo de procurarse sustento, techo y cobijo por sí misma. Podríamos pensar ingenuamente que esta madre y su hija tienen suerte, ya que el propio centro en el que están funcionaría de apoyo a esta crianza respetuosa, encontrando allí el soporte necesario para que puedan continuar con la mejor vinculación afectiva, al mismo tiempo que le facilita a la madre la incorporación social necesaria para crecer como ser autónomo. Repito: lo podríamos pensar ingenuamente. La realidad suele ser otra: se está priorizando el objetivo económico sobre el objetivo vincular y relacional haciéndolos injustamente incompatibles y olvidándose de las necesidades vitales de los menores. Por lo que, posiblemente facilitaría mucho las cosas, desde un punto de vista exclusivamente económico, si madre e hija no estuviesen muy apegadas y no fuera un problema para ambas separarse largas horas al día, con lo que el prejuicio y el desconocimiento del hecho de la lactancia entra en acción. Esta es la sociedad que, lamentablemente, estamos construyendo. Y podemos cambiar. Aunque seamos seres económicos, somos también seres sociales y somos humanos.

Cuando trabajaba en Servicios sociales, y teníamos que hacer un informe para la retirada de tutela de un menor era uno de los trabajos más duros a los que nos enfrentábamos. Supone resumir un trabajo previo con la familia, y concretar el porqué en este momento los padres no están protegiendo a sus hijos, por qué les están dañando, y de ese daño no se les puede evitar sin separarse. Recuerdo casos de personas con toxicomanías, con problemas de prostitución y abandono de los niños, de malos tratos físicos, abusos sexuales, y problemas psiquiátricos graves con negación a tratamiento. También otros casos en que padres sin patologías aparentes no ejercían las funciones básicas y abandonaron a sus hijos.

Dar el pecho a demanda no es motivo de retirada de tutela, independientemente de la frecuencia o edad del niño. Tener ideas propias sobre alimentación, sueño, vestido, aseo o cualquier otra circunstancia relativa a la crianza y educación de los niños no es motivo para realizar una retirada de tutela, aun cuando sean desconcertantes o poco usuales para los profesionales; siempre y cuando no sean causantes de un problema de salud física o mental real, no basado en prejuicios. Y aún así los padres tienen todo el derecho a pedir una segunda o tercera opinión ya que los profesionales pueden equivocarse. Todo aquello que socialmente puede causar algún daño en el niño y su entorno debido a pautas de crianza debe de trabajarse con la familia. No tiene sentido obligar o presionar. Es ilegal y poco ético. Pero, en la dinámica en la que se establece la relación profesional con los trabajadores sociales, esta capacidad de reacción de los padres está totalmente mermada.

La relación perversa del trabajo social en relación con las familias funciona así: por un lado, se establece una relación empática basada en conocer para entender y apoyar, para prestar ayuda y conseguir recursos sociales para mejorar las condiciones de la familia, este es el lado bueno; y por otro lado, se observa, con un plan premeditado, cómo está la relación familiar en cuanto a la relación con los menores para detectar posibles situaciones de riesgo o de desamparo, y este es el plan oculto. Es decir, por un lado se intenta ir de “amigo” de los padres, y por la otra cara de “detective”, sabiendo que si hay algo que indique problemas se va a actuar contundentemente. Este es el lugar en el que están actualmente los trabajadores sociales. En el que el sistema les ha colocado, y ellos han aceptado estar. Además de que el plan oculto no se explica a los padres, y cuando se pone en marcha aparecen en escena mecanismos que les son ocultados: reuniones de otros profesionales, comisiones, informes y valoraciones de las que no solo no participan, sino de las que no son siquiera informados.

No existe la posibilidad de rebatir los informes o aportar algo en su defensa, son juicios sin que ellos estén siquiera presentes. Luego serán informados, y serán citados y escuchados, cuando la medida ya ha sido ejecutada. ¿Alguien se puede imaginar una situación parecida, donde eres citado a declarar una vez que estás en prisión donde te han conducido tras un juicio en el que se te condenó sin estar tú presente?

Así es el actual sistema de protección de menores. La Comisión de Tutela es un órgano administrativo, son funcionarios quienes deciden.

Pero, aún así, estamos ante un caso equivocado. No se trata de un riesgo de la menor. Se trata del riesgo de ser mujer y madre en esta sociedad. A cualquiera nos puede pasar: mañana me veo, por circunstancias de la vida obligada a vivir en un centro de acogida con mi hijo. Y a partir de ese momento nuestros derechos pueden verse lesionados: derecho de mi hijo a alimentarse de mi pecho a demanda, a relacionarse y vincularse a través de mi cuerpo conmigo, derecho a permanecer a mi lado. Y mi propio derecho a decidir y a opinar sobre qué me parece lo propuesto para mí y mi hija, y a defender lo que quiero hacer con mi vida.

Es un caso equivocado porque algunos profesionales de lo social se consideran con poder. Les han atribuido funciones que no les son propias. El sistema es injusto. Pero como no lo pueden cambiar, ni siquiera intentan cambios en la propia institución para la que trabajan, entonces, optan por perpetuar la violencia contra la mujer y el niño. Hacen palanca en la parte más débil para sostener el sistema. Y el IMMF se justifica diciendo que si la lactancia es caótica y dañina para los niños, que si la mujer tenía problemas de convivencia, que si no se atenía al programa de integración dictado para ella, sin poder argumentar nada del trato a la menor más que opiniones sobre la crianza sin ningún fundamento y contrarias a toda evidencia científica. Basados en prejuicios de algunos profesionales y una relación tiránica de poder.

Y considero que el sistema de protección a los menores es profundamente injusto ya que los padres no pueden defenderse de los errores de los profesionales, perpetúa un sistema maltratador hacia los más débiles, y continúa con la lógica machista de que toda madre sola es, en principio, como una niña a la que hay que educar sobre aspectos de la crianza y educación, sospechando que pobreza y falta de capacidad son equivocadamente sinónimos. De ahí que los centros de menores estén llenos de personas que provienen de familias empobrecidas. Pobreza y desprotección frente al sistema van de la mano.

Y digo que se trata de un caso equivocado porque esta mujer tendrá muchos problemas, pero no es incapaz, no es débil, es una luchadora, y no está sola. Somos muchos los que empatizamos con ella, sin necesidad de conocerla en persona. Tiene a su lado profesionales comprometidos, fuera de protocolos y perfiles adecuados a márgenes estrechos, que tratan de apoyarla en esta locura, y la valoran por su entrega a la lucha de recuperar a su hija. Y gracias a Habiba muchos estamos viendo la luz entre tantas tinieblas, siendo conscientes de que no es un caso aislado, y hemos de hacer algo por cambiarlo.

Y cada vez somos más mujeres y hombres conscientes de que la crianza respetuosa es lo que nos asegurará el futuro de esta sociedad, no el modelo económico, no el modelo actual de servicios sociales.